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Fantasia 2021: ‘Baby Money’, un thriller familiar pero efectivo

Por Eric Ortiz
La trama clasiquísima del robo que sale mal está al centro de Baby Money (2021), un thriller desarrollado principalmente durante el transcurso de una madrugada. Su trasfondo está ligado a los problemas económicos de Minny (Danay Garcia) y Gil (Michael Drayer), una pareja a la espera de una bebé. Ambos se embarcan en un plan criminal con otros dos tipos, Tony (Travis Hammer) y Dom (Joey Kern), que consiste en robar una caja de la casa de un matrimonio de ancianos. Parece fácil, nadie debería salir lastimado, los dueños de la casa ni lo notarán, una vez cometida la fechoría es cuestión de esperar la llamada del cliente y listo, adiós a los problemas.
Cuando se presenta un escenario tan familiar, rápidamente es posible darse cuenta si estamos en buenas manos o no. Cuando el señor de la casa despierta –la razón es lo de menos, sabíamos que iba a pasar–, inicia una secuencia, él entra a un cuarto y sin prender la luz vuelve a salir, la cámara hace un movimiento ligero a la derecha para retratar a dos de los criminales escondidos, tratando de no hacer ningún ruido. Esto basta para notar que los directores Mikhael Bassilli y Luc Walpoth saben construir tensión.
Una vez que el plan se va completamente al carajo –con una brutal explosión de violencia incluida–, Baby Money se concentra en las consecuencias de ese fracaso. Gil y Tony, este último herido de bala, se resguardan con el botín en otra casa del vecindario, mientras la policía monitorea la zona. Minny –quien era la responsable del carro de escape– huyó del lugar.

Es evidente la habilidad de los cineastas para escribir un thriller. Situaciones que se antojan improbables quedarán más que justificadas si generan la tensión dramática que el género demanda. La secuencia inicial de la película, cuando Minny asiste a su primer ultrasonido, nos presentó brevemente a la enfermera Heidi (Taja V. Simpson), quien aparenta ser un personaje menor. Y al llegar a la secuencia animada de créditos notamos el oficio de Minny: es stripper. Estos detalles regresan en la madrugada del robo, cuando la enfermera resulta ser dueña de la casa donde Gil y Tony se esconden; además, la acompaña su hijo Chris (Vernon Taylor III), quien padece parálisis cerebral. Minny es reconocida en un bar por un cliente del strip club, personaje que eventualmente se convierte en la posibilidad de conseguir otro carro para regresar por su novio.
No es fácil sostener un largometraje de 90 minutos y Baby Money flaquea en ocasiones, por ejemplo, cuando pretende ahondar en los conflictos de pareja entre Minny y Gil –ella nunca tuvo un buen presentimiento del robo– potenciados por la confusión. No obstante, la película es efectiva gracias a esos momentos propios de un thriller, como cuando Gil trata de convencer al inestable y violento Tony de no volarse los sesos porque de hacerlo serían descubiertos (no falta la dosis de humor negro), o cuando la enfermera Heidi toma interesantemente el rol protagónico y se convierte en una mamá tratando de sobrellevar la noche más estresante de su vida, preocupada siempre por el bienestar de su hijo. En ese tenor cierra Baby Money, conectando a dos mujeres con la capacidad de salir adelante por sí solas.
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Fantasia 2021: ‘Todas las lunas’, la condena de la inmortalidad

Por Eric Ortiz
Todas las lunas (Ilargi Guztiak, 2020), del vasco Igor Legarreta, tiene más ideas y ambición que buena parte de las películas modernas relacionadas a uno de los subgéneros clásicos del terror: los vampiros.
El inicio de la historia nos remonta hasta 1876, durante el final de la Tercera Guerra Carlista, cuando una huérfana (Haizea Carneros) es la única sobreviviente tras el bombardeo de un convento. “¿Eres un ángel?”, le pregunta la pequeña a una misteriosa figura que se aparece para rescatarla, pero estamos en un filme de terror que bebe del mito de los vampiros y, aquí, el tema está ligado al horror de la guerra: ¿qué mejor para una tribu necesitada de sangre que los “fértiles” campos de batalla de una guerra? Itziar Ituño interpreta a Emakumea, parte de dicha tribu y quien funge como la primera figura materna en la vida de la protagonista. La última parte de Todas las lunas se desarrolla en 1936, al inicio de la Guerra Civil española, otorgándole a la película una diversidad de facetas.
Luego de que en 1876 la niña se queda sola tras el brutal ataque humano a la tribu, Todas las lunas mezcla el vampirismo con la supervivencia en el entorno salvaje. Rápidamente pasan 10 años y nos encontramos con una suerte de niña feral viviendo en una cueva, ha aprendido a cazar animales para beber su sangre y, poco a poco, ha vencido una de las debilidades por excelencia de los vampiros: la mortal exposición a la luz.

Si la idea de poner a los vampiros como carroñeros de guerra se siente fresca, las cosas suben un nivel cuando la protagonista goza de inmunidad a la luz, remarcando esa vertiente de cine de supervivencia. Esto nos lleva a la siguiente faceta de Todas las lunas, cuando la pequeña se acerca a un pueblo y cae en una trampa para lobos, se revela la trágica historia de Kandido (Josean Bengoetxea): su esposa falleció al dar a luz y luego su hija se ahogó en un accidente.
Pueden imaginarse por dónde va la historia y, en efecto, Todas las lunas se dirige a la clásica y emotiva relación padre-hija que se antoja conflictiva. Kandido no tarda mucho en agarrarle cariño a la pequeña vampira –incluso le da ropa de su hija fallecida y la nombra Amaia–, hecho que lo hace sentirse vivo una vez más. Aunque, como aficionados al fantaterror, sabemos lo poco probable del final feliz de esta relación, sobre todo cuando Kandido comienza a llevar a Amaia a la iglesia o ella entabla amistad con un chico local (Lier Quesada).
Lo interesante de Todas las lunas es que cuando parece que el desenlace consistirá en la figura paterna tratando de salvar a la pequeña de los vecinos del pueblo, Legarreta consigue cambiar de dirección. Por un momento se encamina al subgénero de los exorcismos, aunque finalmente confirma su interés por la inmortalidad vampírica y así hacer más amplio el alcance de su relato. De esta manera queda claro el tema de esta ambiciosa épica menor a los 100 minutos de duración: la inmortalidad es una condena. Es un ciclo que Amaia pretende romper, porque la muerte es el combustible esencial para que la vida, mientras dure y duela, pueda ser eso: vida.
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Entrevista: Neill Blomkamp sobre ‘Demonic’, una mezcla de ciencia ficción y terror sobrenatural

Por Eric Ortiz
El primer contacto extraterrestre en Sector 9 (District 9, 2009), la potente ópera prima del sudafricano Neill Blomkamp, resulta ser diferente a lo que podríamos anticipar. Los alienígenas varados en una nave sobre el horizonte de Johannesburgo, Sudáfrica, están malnutridos, sucios y sin dirección alguna. Eventualmente su refugio temporal se convierte en un peligroso barrio, convirtiendo su presencia en una absoluta molestia para los residentes humanos de dicha ciudad. Resuenan en sus imágenes los ecos del apartheid.
Aunque le moleste a sus críticos, Blomkamp es desde entonces un referente innegable de la ciencia ficción, conocido por construir mundos enteros que dicen mucho sobre nuestra actualidad. Su obra abarca el cine de acción con violencia explícita, el falso documental e, incluso, el terror corporal. La ciencia ficción de sus primeros tres largometrajes –Sector 9, Elysium (2013) y Chappie (2015)– se desarrolla en un entorno hostil, parte de Elysium, por ejemplo, se filmó en el Bordo de Xochiaca. Extraterrestres, robots, avanzada tecnología e inteligencia artificial habitan el imaginario de Blomkamp, donde son usados para tocar temas pertinentes como la desigualdad social, la xenofobia, el crimen urbano, la sobrepoblación, la inmigración ilegal, la contaminación ambiental y la avara corrupción del poder político/corporativo.
En los años que han pasado desde Elysium –un filme adelantado a su tiempo: imaginen la resonancia si hubiera sido estrenado con Donald Trump en el poder– y la divertida y emotiva Chappie, Blomkamp estuvo concentrado en su propio estudio: Oats Studios. Además, estrenó una serie de cortometrajes en Internet –entre ellos Rakka (2017), Firebase (2017) y Zygote (2017)– con la posibilidad de convertirlos en proyectos de mayor escala. Rakka, por ejemplo, es una prueba de concepto dividida en tres partes sobre una brutal invasión alienígena y la subsecuente resistencia humana en ese mundo post-apocalíptico.
El cuarto largometraje de Blomkamp, Demonic (2021), fue anunciado sorpresivamente en diciembre de 2020, luego de una filmación sin reflectores en plena pandemia de la COVID-19. La película gira en torno a Carly (Carly Pope), una mujer atormentada por su pasado: en 1998, su madre (Nathalie Boltt) fue encarcelada por asesinar a más de 20 personas. Cuando inicia el filme Carly es contactada por un viejo amigo, Martin (Chris William Martin), quien le informa que su madre es una de las pacientes de la empresa de tecnología médica Therapol.

Es ahí donde Blomkamp vuelve a la ciencia ficción: Carly acepta conectar su mente a la de su madre semicomatosa con la intención de ayudarla. Blomkamp nos muestra una simulación deliberadamente imperfecta, por medio de la volumetric capture: “una nueva tecnología de video tridimensional que convierte a los actores en objetos geométricos”.
Demonic marca también su incursión en el terror sobrenatural, donde abundan las posesiones demoníacas y exorcismos. Carly sufre pesadillas recurrentes que se conectan con la realidad. La película desarrolla toda una mitología sobre un demonio y un sitio maldito que podrían alterar por completo la percepción de Carly sobre el sanguinario despliegue de violencia de su madre.
Lo sobrenatural se cruza con el sci-fi en Demonic. Un espacio virtual construido mediante recuerdos convive con un onirismo horrífico; lo moderno (tecnología y armamento) con lo antiguo (iconografía religiosa y una vieja lanza sagrada). Demonic es una combinación de géneros que, tras esos cortos de Oats Studios, se siente como una continuación de la faceta más experimental y juguetona de Blomkamp.
De todo esto charlé con el director previo al estreno de Demonic en cines de Estados Unidos y VOD a partir del 20 de agosto.

Eric Ortiz (EO): Usualmente eres visto como un director de ciencia ficción pero hay horror en tu trabajo previo: terror corporal y, en algunos de tus cortos, una suerte de terror cósmico. Demonic es terror sobrenatural en su corte más clásico, aún así resulta una mezcla única de elementos. ¿Cómo fue tu aproximación?
Neill Blomkamp (NB): Me interesa mucho el terror cósmico. Definitivamente me interesa el terror corporal y está presente, sin duda, en Sector 9 y Elysium. Si bien me interesa el terror, tienes razón al decir que en Demonic juego por primera vez con elementos más tradicionales del género, como una posesión demoníaca.
Irónicamente, el material de los Oats Studios es lo que me había llevado más cerca a hacer terror puro. Zygote, Firebase y Rakka están al borde del terror, son ciencia ficción de terror.
Con Demonic quería ver si podía realizar mi propia película de terror autofinanciada, en la vena de Actividad paranormal (Paranormal Activity, 2007). Quería tener estos elementos clásicos del terror, una posesión demoníaca y un exorcismo, como piedra angular de la historia.
EO: También conecto las secuencias de la simulación con tus cortos porque siento que estás experimentando y jugando más con el lado visual de tu trabajo.
NB: Sí, creo que con un presupuesto y un estudio más grande hubieran existido muchas preocupaciones en torno a la imaginería de la volumetric capture. Simplemente es algo muy loco, el nivel de fallos técnicos y los problemas reales que conlleva. Puedes experimentar más con un presupuesto menor, me parece sensacional que haya ocurrido así porque siempre había querido usar la volumetric capture y no había tenido un canal para hacerlo. Pensé que el canal iba a ser Oats Studios, entonces empecé a hablar con compañías dedicadas a la volumetric capture sobre los elementos involucrados y lo que conlleva. Tenía que encontrar la manera, narrativamente, de incorporar esto a una estructura de largometraje, deseando que la audiencia acepte la naturaleza glitchy (con fallos técnicos). Es experimental y creo que Demonic fue el medio adecuado para hacerlo.

EO: Cuentas con una gran colección de criaturas. Ahora añades un demonio que parece pájaro, ¿cómo lo concebiste?
NB: Fue raro, tomé inspiración durante la pandemia porque estaba mirando imágenes de las máscaras de la época de la peste en la Edad Media, ese pico largo que tienen. El pico me llevó a la imaginería del cuervo, las plumas y el pelaje negro. Simplemente lo escribí y luego le di mi escrito a Eve Ventrue, una artista conceptual con la que me encanta trabajar. Ella me regresó una imagen que es básicamente el diseño final que está en la película. Cuando la vi inmediatamente pensé “amo a esta criatura”. Construimos el traje de dos metros de la criatura, con un pico animatrónico. Pensé que era posible que a la audiencia no le guste el pico y el look en general, pero la verdad no me importó, simplemente quería ver a esta criatura.
EO: Creo que no había visto antes en el terror sobrenatural a exorcistas con alta tecnología. Lo disfruté bastante.
NB: Es uno de mis elementos favoritos. Cuando empezó la pandemia quise hacer un filme de bajo presupuesto, saqué un montón de ideas que tenía archivadas en mi cabeza y las junté en la película. Una idea que siempre había tenido: ¿qué pasaría si los asesinos masivos en la historia que son líderes políticos, como Stalin, hubieran estado poseídos por un demonio? Si la posesión hubiera provocado lo que sucedió en la historia, el Vaticano necesitaría una unidad masiva y bien financiada para poder lidiar con alguien a esa escala, para poder exorcizar a alguien así. Si se hacen otras películas en el mundo de Demonic, podrías aumentar la escala, podría ser una cuestión casi geopolítica, podrías llevar una posesión demoníaca al terreno de la política. Para esta película, que es más pequeña e íntima, se acomodó con la idea de adquirir compañías tecnológicas que están experimentando con la realidad virtual para personas en coma o situaciones médicas en las que su mente está activa pero no así su cuerpo. Simplemente jugué con esta idea.

EO: La emotividad y los lazos familiares están presentes en tu trabajo desde Sector 9. Demonic es sobre la relación problemática entre una madre y su hija. ¿Qué te inspiró?
NB: Necesitaba un motor emotivo para conducir la historia. Pensé que una relación entre madre e hija sería interesante. Me encanta la idea de que el demonio esencialmente se ha apoderado de la mamá y la ha hecho hacer cosas, de una manera que Carly malentiende. Siempre estás tratando de obtener una reacción emocional de la audiencia entonces espero que la resolución del tercer acto, con Carly y su mamá, sea emotiva, en medio de algo que está diseñado para sentirse como una película de terror. Quería siempre tener mi ojo puesto en las emociones de los personajes, sin importar en qué parte del filme nos encontrábamos.
EO: En el terror de ciencia ficción, sé que la franquicia de Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979) es muy importante para ti. En cuanto a terror sobrenatural, ¿tienes alguna película favorita?
NB: La verdad es que nunca me interesé tanto por el terror sobrenatural. Me gusta El exorcista (The Exorcist, 1973) y amo El resplandor (The Shining, 1980), pero me es difícil mencionar otros filmes de terror que realmente tuvieron un gran impacto en mí. Considero que Alien, el octavo pasajero es tan de terror como de ciencia ficción, esa película me impactó enormemente. Rakka es terror de ciencia ficción, por ejemplo, me encanta estar en esa zona.
El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999) y Actividad paranormal inspiraron Demonic, aunque más porque sus respectivos cineastas tuvieron que financiar esas películas ellos mismos, era lo más inteligente dadas las circunstancias. Cuando la industria del cine estaba detenida por la pandemia, dije “bueno, bien podría filmar algo como Actividad paranormal”, y eso hice.
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Fantasia 2021: ‘Hayop Ka! The Nimfa Dimaano Story’, divertida animación sobre amor, sexo y desigualdad

Por Eric Ortiz
Los cineastas detrás de Hayop Ka! The Nimfa Dimaano Story (Hayop ka!, 2020) incorporaron una pequeña introducción a la exhibición de su película en el Fantasia International Film Festival. En ella, nos informaron que la animación tomó inspiración de telenovelas muy populares en Filipinas. La frase hayop ka!, por ejemplo, significa “¡animal!” o “¡hijo de perra!” y suele ser usada como insulto en este tipo de dramas. Fue así que Avid Liongoren y los guionistas Manny Angeles y Paulle Olivenza idearon su propia “telenovela” animada, estelarizada literalmente por animales, incluyendo un par de “hijos de perra”.
Nuestra protagonista es una felina: Nimfa (voz de Angelica Panganiban), una gata de clase trabajadora originaria de la provincia. Actualmente vive en Manila y es vendedora de perfumes en un centro comercial. Su novio, Roger (Robin Padilla), es un perro conserje que disfruta de llevar a su enamorada a comer estofado en un puesto callejero. Si bien su vida sexual no es mala, un pequeño gran problema frustra la evolución de su relación: la falta de dinero. A Nimfa le gustaría pasar la tarde en un motel, en lugar de volver a tener sexo en su lugar de trabajo, o degustar de una cena más fina, sin embargo, el sueldo de Roger no da para más. Ella tampoco puede costearlo porque carga con la renta de ambos y con los estudios de su hermana menor (Yeng Constantino), quien vive con su madre en la provincia y parece estar encaminada a un futuro más próspero.
La desigualdad social existente en Filipinas es uno de los temas centrales de Hayop Ka! The Nimfa Dimaano Story. Ésta se expresa a través de ciertos detalles visuales, como un centro comercial que funciona como pirámide social, con un restaurante de lujo hasta arriba y el comedor de los empleados en el sótano, debajo de un nivel que guarda huesos humanos enterrados. También queda claro que los animales antropomórficos de clase alta dominan mejor el inglés.
Ese cliché telenovelesco ligado a la desigualdad, provoca el enamoramiento de Nimfa con otro perro: Iñigo (Sam Milby), un playdog que recién terminó una relación seria. Es un businessdog de la industria de la construcción que tiene entre sus planes erigir un call center en el espacio exterior con la ayuda de un tal Eel-on Mask. Si bien se hace referencia al lado turbio de los poderosos –por ejemplo, una imagen en el periódico muestra a un cocodrilo policía reprimiendo una manifestación contra los proyectos del can empresario–, el inevitable drama nace del amor.

Hayop Ka! The Nimfa Dimaano Story es una comedia… bastante sexosa y guarra, con animales permanentemente cachondos. Tiene el espíritu similar a La fiesta de las salchichas (Sausage Party, 2016), recurriendo constantemente al doble sentido para provocar la risa. Esta esencia queda clara, por citar un ejemplo, cuando Iñigo tiene antojo de comida rápida y Nimfa no quiere hamburguesas o papas fritas, ¡sino longaniza!
Otra vertiente de la película es la violencia provocada por los líos amorosos, estilizada con evidente influencia de la cultura pop nipona (sobre todo Street Fighter). Imposible no reírse cuando el valet parking de Iñigo, una pobre e inocente ranita (Empoy Marquez), se lleva por error la peor parte de la ira explosiva del macho Roger.
Este momento llega después de la entrada de Nimfa a un mundo completamente diferente al suyo, uno que incluye cosas que Roger jamás podría ofrecer: viajar en carro o disfrutar de una casa de playa. Incluso, durante una de sus citas, Nimfa mira la ciudad de Manila desde arriba gracias al helicóptero del pudiente Iñigo. Aunque, claro, es cuestión de tiempo para la aparición de más y más conflictos dramáticos en la vida de Nimfa, que se acumulan hasta que el grito de hayop ka! aparece con énfasis.
Dejando a un lado al par de hijos de perra, Hayop Ka! The Nimfa Dimaano Story se concentra en Nimfa y su relación con su círculo social. En un punto, Nimfa vuelve a la provincia para reflexionar sobre su situación amorosa y visitar a su familia, pero se encuentra con que su hermana de 17 años abandonó sus estudios porque tuvo un bebé. La adolescente dice ser feliz como mamá y para lograr salir adelante planea tener su propio negocio junto al padre, además de contar con el apoyo de la abuela. Nimfa rechaza por completo la situación, que contrasta con la vida de ensueño que probó recientemente. Hayop Ka! The Nimfa Dimaano Story es una caricatura cómica y libidinosa, que se da tiempo de poner a Nimfa en una situación equivalente a la de su hermana para abrazar esa vida humilde, llena de trabajo y familia… quizá también de un nuevo e inesperado pretendiente.
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Fantasia 2021: ‘Sweetie, You Won’t Believe It’, una dosis de absurdo humor negro

Por Eric Ortiz
La comedia kazaja Sweetie, You Won’t Believe It (Zhanym, ty ne poverish, 2020), del director Yernar Nurgaliyev, inicia con una secuencia divertida que comprueba la existencia de parejas que pelean a toda hora. Nuestro protagonista, Dastan (Danyar Alshinov), se siente asfixiado por su embarazada esposa (Assel Kaliyeva), quien no para de recriminarle cualquier cosa. Ya lo dijo el comediante Andrew Schulz: “hay ciertas actividades construidas alrededor de escapar de tu esposa”, por eso ir de pesca a un río con un par de amigos –aunque ninguno tenga experiencia pescando– parece el plan perfecto para que Dastan se relaje, de hecho poco le importa que su esposa dé a luz pronto. Obviamente, lo que está a punto de suceder con los amigos dista drásticamente de una aventura tranquila.
La gran mayoría de personajes en Sweetie, You Won’t Believe It son unos zopencos carismáticos; por ejemplo, una de las escenas que más me hicieron reír tiene ecos de El gran Lebowski (The Big Lebowski, 1998). Aquí uno de los amigos del protagonista, Murat (Yerlan Prynbetov), no quiere deshacerse de una colilla encendida por la ventanilla del carro, sino de una botella en la que acaba de orinar. Eventualmente, la botella consigue salir por la ventanilla y golpea el parabrisas de otro carro, provocando un accidente que inaugura todo el desmadre.
Antes, conocimos al otro grupo en la trama: cuatro hermanos criminales de visita en la zona para cobrar una deuda. El líder (Almat Sakatov) se la pasa recitando refranes, otro par poco brillante no para de pelear (Rustem Zhanyamanov y Yerkebulan Dayirov), y los acompaña un gordinflón (Beckarys Akhetov) que baila chistoso y se desmaya en los momentos violentos. Luego de que el parabrisas de su coche se ensucia de orina, terminan atropellando a un perro. Uno de ellos –siempre acusado de no tener agallas para disparar– decide darle el tiro de gracia al animal, salpicando de sangre la cámara.

Sweetie, You Won’t Believe It hace referencia a esas películas de género que se desarrollan en un ambiente rural donde los locales suelen ser creepies y dan miedo. Por ahí está un señor raro y su hija atendiendo la estación de servicio y, para hacer las cosas más extraordinarias, resulta que el dueño del perro muerto es un tuerto despiadado (Dulyga Akmolda), casi con superpoderes e indestructible, quien no descansará hasta vengar a su mascota, provocando así una serie de inminentes comparaciones que la acusarán de ser una suerte de John Wick kazaja.
En otra gran secuencia, los protagonistas intentan pescar usando como una de las lanchas ¡las muñecas sexuales inflables que Arman (Azamat Marklenov) vende en su sex shop virtual! Arman evidencia su torpeza cuando su anzuelo le arranca el pantalón a Dastan y luego ¡el anzuelo de Murat hace lo mismo con parte de la oreja de Arman! Esta escena ridículamente hilarante lleva a los amigos a finalmente conocer a los criminales y, para su mala fortuna, ser testigos de un asesinato accidental. Ese humor absurdo ciertamente alcanza el terreno de la comedia negra con violencia explícita, bebiendo de cineastas como Quentin Tarantino –incluso hay una toma contrapicada de los criminales– y Takashi Miike, por algo no falta una mandíbula destrozada y cuerpos decapitados.
Decidí describir algunas escenas de Sweetie, You Won’t Believe It porque, al final del día, es una comedia precisamente de momentos. El filme es disparejo, una vez familiarizados con el relajo, los deseos de venganza y la confusión, no todas las ocurrencias y giros argumentales funcionan igual. Destaca en su segunda mitad la transformación cómica –con bromas de pedos incluidas– de esas secuencias clásicas y tensas de los thrillers –o del terror–, donde las potenciales víctimas tratan de esconderse del peligroso antagonista. En Sweetie, You Won’t Believe It, la amistad se refuerza tras el cúmulo de contratiempos que, como el título indica, la esposa del protagonista escuchará incrédula cuando éste intente justificar su ausencia. Algunas situaciones están entre lo más divertido de lo visto en el Fantasia International Film Festival.
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Fantasia 2021: ‘April Story’, una entrañable historia de amor joven

Por Eric Ortiz
La edición 25 del Fantasia International Film Festival tiene una presencia considerable del director japonés Shunji Iwai, tres de sus trabajos son parte de la sección Fantasia Retro: Fireworks, Should We See It from the Side or the Bottom? (Uchiage hanabi, shita kara miru ka? Yoko kara miru ka?, 1993), April Story (Shigatsu monogatari, 1998) y All About Lily Chou-Chou (Riri Shushu no subete, 2001), esta última considerada su obra cumbre y que en su momento, según nos afirmó el experto en cine asiático Jorge Grajales, fue transmitida por Canal Once. También se encuentra en la programación el filme que Iwai realizó en plena pandemia de la COVID-19, The 12 Day Tale of the Monster that Died in 8 (2020).
Reconozco que no estaba familiarizado con el cine de Iwai, más allá de que Quentin Tarantino usó un tema de All About Lily Chou-Chou en Kill Bill (2003-2004) y lo alabó en aquella época. “Es un director estupendo, hizo una película llamada Swallowtail Butterfly (Suwarôteiru, 1996) que fue para Japón lo que Tiempos violentos (Pulp Fiction, 1994) para Estados Unidos”, afirmó Tarantino en una entrevista para Entertainment Weekly.
Mi introducción a Iwai fue April Story y no pudo ser más entrañable. La película, de poco más de una hora, inicia con una toma en primera persona en la que vemos a la familia de la protagonista, Uzuki Nireno (Takako Matsu), esperando su partida rumbo a Tokio. Para la joven originaria de Hokkaido, en el norte de Japón, es momento de ingresar a la universidad de Musashino y vivir sola en la capital.
Al “convivir” con Uzuki es fácil encariñarse, se trata una chica introvertida quien evidentemente no tendrá un proceso de adaptación “normal” en la ciudad. En una secuencia sumamente amena, los tipos que la ayudan con su mudanza atiborran su pequeño departamento y uno de ellos le sugiere deshacerse de las cosas extra augurando que no tendrá amigos que la visiten. Luego Uzuki no sabe articular bien el porqué optó por esa universidad en su incómoda presentación ante sus compañeros de clase, mientras estos se burlan de su lugar de origen caracterizado por bajas temperaturas.

Naturalmente las interacciones de Uzuki son con otra chica “rara”, quien la convence de entrar al club escolar de pesca con mosca (hay una divertida referencia a Brad Pitt y Nada es para siempre); o con una vecina de apariencia más antisocial. Esto cuando no anda sola en bicicleta, de compras en una librería o en el cine viendo un filme en blanco y negro de samuráis –¡Iwai incluso recrea el desgaste del rollo de celuloide!–, antes de ser incomodada por un aparente acosador. Aunque cabe aclarar que en general las personas en April Story no carecen de amabilidad.
Buena parte de April Story es una hang out movie que se disfruta bastante. Aunque en cierto momento clave, un flashback explica la decisión de la protagonista de esforzarse por ser aceptada específicamente en esa universidad de Tokio. Entonces April Story se revela como una historia de amor joven, que funciona en grande porque logra transmitir qué tanto significa para nuestra tímida y adorable protagonista esa anticipada primera interacción real con Yamazaki (Seiichi Tanabe), joven empleado de la librería que frecuenta. Un primer contacto cándido y encantador, durante una tarde lluviosa, que aparenta no ser el último.
April Story es un filme sumamente bello que, sin duda, me tendrá revisando pronto el resto de las producciones firmadas por Iwai en el programa de Fantasia.
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Fantasia 2021: ‘La noche del terror ciego’, los imponentes caballeros satánicos de Amando de Ossorio

Por Eric Ortiz
El choque entre modernidad y antigüedad es uno de los temas por excelencia del cine de terror, usualmente el pensamiento mágico y sobrenatural del pasado no tiene cabida en el presente. Los creyentes son vistos como supersticiosos.
En La noche del terror ciego (1972), también conocida como Tombs of the Blind Dead, Berzano es un pueblo medieval abandonado, cerca de la frontera entre Portugal y España. Al escuchar el nombre de Berzano, hay gente que piensa en historias perturbadoras que otros desestiman como mitos.
Los protagonistas de la película, dirigida por el español Amando de Ossorio, son tres jóvenes provenientes de Lisboa que han decidido hacer un viaje recreativo al campo. Virginia (María Elena Arpón) y Elizabeth (Lone Fleming) son antiguas compañeras de escuela que casualmente se reencuentran en un hotel en la playa; Roger (César Burner) es amigo de Virginia y quien idea viajar en tren al campo. El pasado entre las jóvenes (tuvieron una relación lésbica en el internado) provoca que una incómoda Virginia abandone el tren abruptamente. Hay una razón por la que el viejo conductor no detiene el tren: la joven descendió cerca de Berzano.
De Ossorio aprovecha el pueblo para construir una gran atmósfera, que contrasta con las demás locaciones de su película. Una de las mejores secuencias es prácticamente silente: inicia con una solitaria Virginia explorando el pueblo hasta que decide prender una fogata para pasar la noche leyendo y escuchando su radio. Con el tañido de unas campanas, en el cementerio se erigen los cadáveres de unos caballeros medievales. La presencia de estos antagonistas es genuinamente imponente, aterradora: cadáveres encapuchados a caballo –también encapuchados–, que sin prisa alguna convierten a la protagonista en su nueva víctima. Es una secuencia hipnotizante, una de las grandes presentaciones de personajes horríficos.

La influencia de La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968), de George A. Romero, es evidente en de Ossorio. Tras la primera aparición de los guerreros, una de las subtramas se desarrolla bajo la lógica del cine de zombies: el cadáver de su víctima –cuya apariencia remite a la criatura de Frankenstein por sus heridas “cosidas”– eventualmente resucita para causar terror a mordidas, compartiendo pantalla con el disparatado encargado de la morgue y con la asistente de Elizabeth en un taller de maniquíes ubicado cerca del depósito de cadáveres.
No obstante, el verdadero núcleo de La noche del terror ciego está conectado con el terror satánico medieval. El trasfondo de los caballeros es memorable: ritos de sacrificio buscando la inmortalidad y un castigo mortal cortesía de la Iglesia. El viaje al medievo significa uno de los momentos más brutales de la cinta: una mujer es atacada con espadas, luego los caballeros devoran la sangre de sus heridas. Y no será el único momento controvertido: cerca del final, un personaje secundario –un contrabandista falsamente acusado por la policía de las acciones de los “caballeros zombie”– abusa sexualmente de la eventual final girl Elizabeth, una escena de desarrollo desconcertante que se antoja gratuita.
Lo mejor de La noche del terror ciego son sus antagonistas sin ojos –incluso hay un pequeño pero destacado momento que hace énfasis en su sentido del oído: cómo en el silencio escuchan los latidos de su potencial víctima–. De Ossorio potencializa su impacto cinematográfico mediante un score atmosférico y usando el ralentí de la cámara cuando van a caballo. Tras un brutal desenlace, en el que el terror sale de Berzano con rumbo a la modernidad, no quedan dudas de porqué los memorables caballeros volvieron a aparecer en la filmografía del director: El ataque de los muertos sin ojos (1973), El buque maldito (1974) y La noche de las gaviotas (1975).
Es necesario añadir que la versión de La noche del terror ciego vista en el Fantasia International Film Festival es la nueva restauración realizada por Synapse a partir del negativo original. El Blu-ray con esta prístina versión todavía no tiene fecha de lanzamiento.
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‘Jiu Jitsu’: Artes marciales, ciencia ficción y un toque de emotividad

Por Eric Ortiz
El clásico del cine de artes marciales Kickboxer (1989) cobró nueva vida en 2016 de la mano del productor y guionista Dimitri Logothetis, el hombre detrás del remake Kickboxer: Vengeance (2016). El legendario Jean-Claude Van Damme tomó el rol del mentor, mientras que el artista marcial Alain Moussi fue introducido al mundo del cine con el papel protagónico del joven que desea enfrentar al peleador de Muay Thai que le quitó la vida a su hermano en Tailandia.
“Dimitri y yo nos conocemos desde hace 10 años, es un amigo querido”, dijo Moussi en entrevista para Cinema Inferno. “Todo comenzó con un productor contratando a un actor, yo pedía que alguien me diera la oportunidad. Eso fue lo que hizo Dimitri. La relación se ha convertido en una amistad y en una gran colaboración”, agregó.
Logothetis, quien pasó a dirigir la secuela Kickboxer: Retaliation (2018), recordó que “originalmente encontré a Alain en Canadá, cuando estaba preparando otra película. Noté su atletismo y el hecho de que era un artista marcial experto, lo cual es el núcleo de cualquier película de artes marciales. Si para empezar no tienes a Bruce Lee, Jackie Chan, Donnie Yen o Jean-Claude Van Damme, la audiencia no acogerá la película. Jamás haría un filme de artes marciales sin tener auténticos artistas marciales como el núcleo”.
Para Jiu Jitsu (2020), su más reciente largometraje, Logothetis llamó de nuevo a Moussi. “Alain es un maestro de jiu jitsu de sexto grado, empezó a entrenar desde que tenía siete u ocho años”, afirmó el director. “Para un hombre de su edad (39), aún tiene cierta inocencia que le transmite al personaje. Creo que el niño o la niña dentro de nosotros vive a través de él, entonces tú ganas cuando él gana. Y de nuevo, Alain es un artista marcial excepcional, ¿cuántos hombres conoces de 1.85 metros, que pesen 92 kilos, y que puedan hacer acrobacias y ejecutar patadas y puñetazos como él lo hace?”, añadió.

En Jiu Jitsu, Moussi le da vida a Jake, un peleador que ha perdido por completo la memoria. Poco a poco se va revelando toda una mitología, que involucra a un alienígena (Ryan Tarran), un cometa y un portal en un templo en Myanmar. El alien visita la Tierra cada seis años, buscando pelear con los mejores exponentes del jiu jitsu, un arte marcial que él mismo trajo a nuestro planeta tiempo atrás. La película está basada en el cómic homónimo, escrito por Logothetis y Jim McGrath, e ilustrado por Greg McCrary.
Logothetis dijo que al concebir la historia investigó mucho sobre jiu jitsu, “un arte marcial que tiene varios miles de años. Es muy difícil encontrar su origen, pudo ser Japón, Corea o incluso India. Con ese concepto en mente, la base de la historia es que este arte marcial fue traído a la Tierra por un ser de otro planeta. Lo primero fue sentarme con mi compañero (McGrath) y decirle, escribamos un cómic. Obviamente pensó que estaba loco porque hemos pasado toda nuestra vida escribiendo guiones. Pero pensé que si escribíamos el cómic iba a tener la oportunidad de visualizar la película, como un storyboard visual. Entonces lo hicimos, escribimos un cómic y así pude ver toda la película. También usé algo de ciencia real, hay un cometa que atraviesa nuestro Sistema Solar cada seis años. Elegí Myanmar por su antigüedad, en el valle de los templos hay miles de templos. Usé toda esta mitología para crear la base del filme”.
Moussi, por su parte, se sorprendió cuando Logothetis le contó la historia de la película. Luego la vio como una oportunidad para “regresar en el tiempo y presentar el jiu jitsu no como el mundo lo conoce hoy. Actualmente, en el mundo moderno, la gente conoce el jiu jitsu brasileño, pero el jiu jitsu brasileño es muy joven. El jiu jitsu tiene una tradición de miles de años, su origen se remonta muy lejos en el tiempo, a India, China o Japón. Si regresamos al origen del jiu jitsu japonés moderno, sería con los samuráis. La manera en la que funcionaba, incluso en la época de los samuráis, es que están las armas, de largo alcance. Luego las armas de combate frontal. Después la pelea cuerpo a cuerpo, que implica golpeo, sujeciones, llaves, proyecciones y sometimientos. Queríamos presentar el espectro absoluto del jiu jitsu”.
El otro gran artista marcial que aparece en Jiu Jitsu es el tailandés Tony Jaa, a quien Logothetis admira desde hace muchos años, cuando se dio cuenta que su pequeño hijo y uno de sus amigos estaban obsesionados con “una película desconocida llamada Ong-Bak: El nuevo dragón (Ong-bak, 2003). Tan pronto la vi decidí que iba a hacer un filme de artes marciales. Por años traté de trabajar con Tony Jaa y finalmente estuvo disponible. Mi equipo para stunts es de Tailandia entonces ya habían trabajado con él”.

Jaa es parte de la mejor secuencia de acción de Jiu Jitsu, en la cual su personaje es introducido y eventualmente pelea al lado de Moussi. Se trata de una secuencia dinámica, tiene trabajo con cámara en mano, algo de slow-motion y tomas en primera persona. Para Logothetis, “Tony Jaa es intocable. Quería crear una secuencia continúa con Tony corriendo, saltando encima de las paredes y sobre los tejados. También quería que tuviera una vibra de videojuego, por eso cambié el punto de vista. Quería que la audiencia pensara en un videojuego, pero a la mitad de la secuencia, quería que se dieran cuenta que son artistas marciales reales, logrando proezas atléticas. Traté de alejarme de los trucos, sólo tener los suficientes efectos y CGI para vender la ciencia ficción. Pero si te das cuenta, la mayoría de la película gira alrededor de las artes marciales, puedes disfrutar del atletismo de los intérpretes”.
Jiu Jitsu se enfoca en una serie de peleas entre el alien –cuyo diseño fue influenciado por El día que la Tierra se detuvo (The Day the Earth Stood Still, 1951) y Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979)– y los diversos artistas marciales, interpretados también por actores como Frank Grillo y el mismísimo Nicolas Cage. Moussi, quien además ha trabajado como doble de acción y coordinador de stunts, se involucró bastante en la concepción de todas estas secuencias de acción: “tuvimos un equipo enorme, yo supervisé todo porque conocía la visión de Dimitri, quien confía en ti hasta en la filmación, es de mente abierta y entiende a la perfección el género de las artes marciales. También me involucré en el diseño de muchos de los stunts. Me quería asegurar que se hicieran de la mejor manera, quería ofrecer acción cohesiva y que cada uno de esos personajes tuvieran un estilo muy específico. Con Tony Jaa y el boxeo tailandés, dijimos: mantendrá todo su golpeo, pero pongamos la influencia del jiu jitsu ahí, porque el arte marcial es capaz de abarcar puñetazos, patadas, proyecciones, llaves, sometimientos. Con Frank Grillo, le daremos una daga; él es boxeador entonces sólo usa sus manos pero también realizará agarres y usará su daga como arma de corto alcance”.
En cuanto a Nicolas Cage, su personaje –cuya conexión con el protagonista se revela cerca del final– no escatima a la hora de los combates. Logothetis destacó que Cage “ha entrenado con maestros de jiu jitsu. Está en muy buena forma, es muy atlético, entonces le fue fácil entrar en el papel. Él es quien te vende la mitología de una gran manera. Tomó inspiración de la actuación de Dennis Hopper en Apocalipsis ahora (Apocalypse Now, 1979). Filmó cerca del 80% de la acción, el 20% restante era demasiado peligroso; él estaba dispuesto a hacerlo pero en todos mis años dirigiendo acción para cine y televisión, nunca he lastimado a nadie y no iba a dejar que sucediera ahora”.

Si bien la importancia de las escenas de acción en Jiu Jitsu es más que evidente, Moussi siempre tuvo en mente un par de consejos que le dio Jean-Claude Van Damme durante la filmación de Kickboxer: Vengeance. “Me dijo que tenía que recordar que la actuación es muy importante, es lo que cambiará el juego. La acción será grandiosa, por lo que te tienes que enfocar en tu interpretación lo más que puedas. También me dijo que los close-ups cuentan mucho, ahí es donde tienes que transmitir la emoción porque todos te están viendo. Esos fueron dos grandes consejos que me dio Jean-Claude, luego miré un par de sus películas: una vieja, Doble impacto (Double Impact, 1991), y después JCVD (2008). Entonces entendí exactamente lo que quería decirme”.
El reto principal para Moussi en su tercera colaboración con Logothetis tuvo que ver, precisamente, con su faceta como actor, porque al final del día siempre ha sido un experto en las artes marciales. “Saber que iba a trabajar con Nic Cage definitivamente me provocó algo de miedo, porque quería estar a su altura como actor que ganó el premio Oscar. Había cierta presión. Cuando miras a Jake, en el filme debe vencer el miedo, usarlo como impulso. Eso hice. Uno de mis momentos favoritos fue la escena más emocional, cuando estoy con Nic Cage en la fogata y su personaje revela lo que nos llevó a ese punto. Recuerdo que en mi close-up, Dimitri me llamó y me dijo que iba a necesitar mucho de mí, porque era un close-up. Lo filmamos y al final, cuando dijo corte, Dimitri me volteó a ver con una sonrisa. Pensé: esto es sensacional, lo he logrado”, concluyó Moussi.
Jiu Jitsu está disponible en VOD y en algunos cines de Estados Unidos.
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