Sundance 2022: ‘Speak No Evil’, el horror de convivir con desconocidos

Por Eric Ortiz

Ah, las vacaciones, ese periodo siempre anticipado que debería significar disfrute total, aunque rara vez resulta perfecto. En la película danesa/holandesa Speak No Evil (Gæsterne, 2022), parte de la sección Midnight de Sundance, la familia protagonista (Morten Burian, Sidsel Siem Koch y Liva Forsberg) vacaciona en la bella Italia, pero convivir con extraños que no paran de hablar de clases de comida o lidiar con su hija, que siempre anda perdiendo su conejo de peluche, significa pequeñas y continuas irrupciones. No obstante, los protagonistas –daneses– empiezan a convivir con una familia holandesa (Fedja van Huet, Karina Smulders y Marius Damslev) con la que parecen tener cosas en común.

Tiempo después de un verano que se tornó agradable, los daneses reciben la invitación de los holandeses para pasar un fin de semana en su casa de campo, con la promesa de buena comida, vino y largas caminatas. Aunque la esposa se muestra reticente a la idea de pasar varios días con unos desconocidos, al esposo, visiblemente aburrido de su vida, le atrae la idea. “¿Qué es lo peor que podría pasar?”, les comentan sus amigos locales. Y bajo esta noción es que, obviamente, terminan rumbo a la Holanda rural.

Durante el video de introducción, el director Christian Tafdrup afirmó que había realizado una película de terror a pesar de no haberse planteado eso al principio. Al no ser un “gran seguidor” de este género, su aproximación trató de acercarse a lo que han hecho cineastas como Michael Haneke o Lars von Trier: apropiarse de los clichés del terror para llevarlos a un ámbito “más artístico”, como lo definió el propio director.

Si bien Speak No Evil construye una atmósfera siniestra desde su inicio, y hace obvio que es cuestión de tiempo para que el fin de semana tome un rumbo turbio –el niño holandés con problemas para hablar es particularmente creepy–, la película se concentra en retratar la creciente incomodidad de los daneses. Es natural no querer ser descortés, aún cuando las señales de alarma se manifiestan por doquier. Los mejores momentos de Speak No Evil capturan con una dosis de humor negro esa sensación de que lo más adecuado hubiera sido ser antisocial y rechazar la inesperada invitación de los holandeses.

Speak No Evil también juega inteligentemente con cierto cliché del terror: cuando las potenciales víctimas –en este caso, una vez que la esposa ha tenido suficiente y no tolera más las acciones descorteses y sospechosas– simplemente no pueden escapar del lugar por alguna u otra razón, ojo al uso de ese conejo de peluche. Pero conforme los holandeses van dejando atrás su fachada, la película también revela su verdadera identidad. Cuando parecía que Speak No Evil se decantaría justamente por algo más –un pasaje coquetea con ser un comentario de la cotidianidad opresiva, pero no profundiza–, termina dirigiéndose hacia un terreno netamente del terror que, aún con una inherente y siempre bienvenida brutalidad retorcida, no logra impactar del todo. Especialmente cuando hemos visto en incontables ocasiones este mismo relato: un escenario rural que se torna hostil para los indefensos protagonistas.

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