Por Eric Ortiz
Quentin Tarantino llegó al Festival Internacional de Cine de Cannes para participar en las actividades de la Quinzaine des Cinéastes. Para los responsables de esta sección paralela del festival, la presencia del director hollywoodense significó rectificación histórica porque en su momento, hace más de 30 años, desaprovecharon la oportunidad de tener en su selección la ópera prima del realizador: Perros de reserva (Reservoir Dogs, 1992).
Así que para sacarse la espina, en esta ocasión la Quinzaine des Cinéastes le dio plena libertad a Tarantino de escoger una película para proyectar en el Teatro Croisette, durante la tarde del jueves 25 de mayo. La elección se mantuvo en secreto hasta que el propio Tarantino reveló que veríamos en 35mm una de sus viejas favoritas: Rolling Thunder (1977), de John Flynn, en la que William Devane es un ex prisionero de guerra que peleó en Vietnam. Poco tiempo después de su regreso a Estados Unidos, su familia es asesinada como consecuencia de un robo en su propia casa. Sin pensarlo dos veces, decide localizar y asesinar a los responsables.
Tarantino, durante los 90, tuvo una compañía de distribución llamada Rolling Thunder y, en 2012, incluyó a la película en su lista de Sight & Sound como una de sus 12 cintas preferidas de todos los tiempos. Además, en Cinema Speculation –su libro más reciente–, este filme de veteranos de guerra, tragedia y venganza es analizado a profundidad. Por ende, cualquiera que haya seguido de cerca su carrera, como es mi caso, seguramente se había encontrado con Rolling Thunder en más de una ocasión, pero… no en 35mm, ni con un público efervescente.
Esto último se debió a una petición puntual de Tarantino a la audiencia durante su introducción: comportarse menos como franceses y más como los asistentes de un grindhouse estadounidense. Y así fue, disfrutamos y celebramos cada acción violenta rumbo a la venganza del personaje de Devane; además, claro, ese emocionante momento que precede al clímax con el amigo y colega del protagonista –interpretado por Tommy Lee Jones–, uniéndose a la misión sin titubear en lo más mínimo: “I’ll just get my gear”.

Hubo una charla con Tarantino después de la proyección que versó sobre Rolling Thunder y otros de los filmes y temas que se exploran en Cinema Speculation. Por ejemplo, que Paul Schrader no reconoce a Rolling Thunder por todos los cambios que le hicieron a su guión. Tarantino comparó esto con su sentir hacia Asesinos por naturaleza (Natural Born Killers, 1994), aunque le dio su bendición a quienes sí les gusta lo hecho por Oliver Stone: “a Johnny Cash realmente le gustaba Asesinos por naturaleza. Una vez me lo encontré en un elevador, me dijo: ‘June y yo realmente amamos Asesinos por naturaleza‘, y no le dije que estaba en lo incorrecto”.
A partir de otro punto que Tarantino hace en el libro sobre la violencia cinematográfica, le preguntaron algo genuinamente interesante: ¿hay alguna película que no le guste porque la violencia en ella es injustificada? Lo pensó un poco y luego se refirió, aunque no por nombre, a filmes como los italianos de caníbales: “es más algo moral, lo hicieron mucho en películas europeas y asiáticas, tengo un problema con matar animales, es un puente que yo no puedo cruzar. Todo esto funciona porque es fantasía, por eso puedo soportar las escenas violentas, sólo estamos jugando, somos como niños jugando, la sangre no es real, la gente no es lastimada. He matado ratas, pero no quiero matar a una rata en una película, no quiero ver cómo muere en una película porque no pago para ver una muerte real”.
En Cinema Speculation, Tarantino remarca que Schrader y Martin Scorsese admiran tanto a John Ford que películas como Who’s That Knocking at My Door (1967), Taxi Driver (1976), Rolling Thunder y Hardcore (1979) hacen referencia a Más corazón que odio (The Searchers, 1956). Durante la época de Django sin cadenas (Django Unchained, 2012), Tarantino afirmó que odiaba al “racista” Ford, así que su charla en la Quinzaine des Cinéastes sirvió para expresar su pensamiento actual sobre el cineasta que sin duda cambió el rumbo del western:
“Yo hablaba de cancelar a John Ford antes de que la gente hablara de cancelarlos por su trabajo pasado. Me di cuenta que es una acción de ojetes, te puede disgustar algo, puedes encontrar algo de otro tiempo problemático, pero simplemente es lo que es. Por ejemplo, ¿tengo problemas con la absolución dada al coronel genocida de Henry Fonda en el final de Fort Apache (1948)? No sólo el personaje de John Wayne le da la absolución, la película parece darle la absolución. OK, me puede disgustar ese final pero es probablemente una representación justa porque no creo que alguien lo cuestionara, al menos no la gente blanca. Eso te hace saber de dónde venía la gente en los años cuarenta, es una declaración realista. Entonces no se tiene que ir a la basura, se tiene que examinar”.

¿Y qué opina Tarantino hoy en día en particular de Más corazón que odio?
“Por años no la aprecié, aunque siempre me gustó la actuación de Wayne e, incluso, su personaje racista hijo de puta, pero no me gustaba Jeffrey Hunter. Simplemente no me gustaba la película, como no me gustan muchos melodramas western de los años cincuenta. Nunca entendí por qué Milius, Spielberg, Scorsese y Schrader siempre la ponían en un pedestal. Es interesante que al más grande admirador de Ford, Peter Bogdanovich, le guste Más corazón que odio pero no tanto como a esos otros tipos. Pero luego, al escribir Cinema Speculation decidí verla otra vez y me gustó. Esta vez la entendí, vi más de lo que habla Scorsese, especialmente del personaje de Wayne. Todavía no la amo como ellos. Pero tengo que decir que me pareció conmovedora la comunidad de estos personajes blancos. Sigo más del lado de Scar (Henry Brandon), y no le compro que Debbie (Natalie Wood) regrese con Ethan (Wayne), pero aún así me conmovió”.
Finalmente, el moderador le preguntó a Tarantino sobre The Movie Critic, su próximo trabajo que pondrá punto final a su carrera como director. Aunque se dijo tentado a compartir incluso algunos de los monólogos de los personajes, el cineasta al final resistió la tentación: “tendrán que esperar hasta ver la película”.

