Por Eric Ortiz
En La civil (2021), la actriz mexicana Arcelia Ramírez interpreta a Cielo, una madre que vive una pesadilla, lamentablemente, común en el México violento de los cárteles. Cielo es interceptada al inicio de la película por dos jóvenes criminales –uno de ellos interpretado por Juan Daniel García, de Ya no estoy aquí (2019)–, quienes le advierten que si no les da $150 mil pesos y la camioneta de su expareja (Álvaro Guerrero), nunca volverá a ver a su hija Laura (Denisse Azpilcueta).
La directora Teodora Ana Mihai tomó inspiración en la historia real de Miriam Rodríguez, cuya hija fue secuestrada en 2014 en San Fernando, Tamaulipas. La familia Rodríguez pagó el rescate más de una vez, infructuosamente. Afrontando que probablemente su hija había sido asesinada, Miriam Rodríguez asumió el rol que le correspondía a las autoridades e inició una investigación tenaz para identificar a los responsables.
Mihai es de origen rumano y actualmente radica en Bélgica. Su conexión con México comenzó cuando estudió un par de años de preparatoria en San Francisco, California, donde hizo amigos de origen mexicano. En entrevista con Cinema Inferno, Mihai mencionó que años después, cuando trabajaba en su primer largometraje documental Waiting for August (2014), viajó al norte de México, cerca de la frontera con Texas, para visitar a sus amigos:
“Me di cuenta cuánto había cambiado la situación del país. Por supuesto que los feminicidios no son un fenómeno reciente, pero la situación no estaba tan extendida por todo México. Me aconsejaron no salir después de las 7 p.m., por mi seguridad. Fue como una cachetada en la cara. Dado que estaba trabajando en un proyecto sobre Rumania y niños que viven en circunstancias muy difíciles, empecé a preguntarme: ¿cómo es crecer en el norte mexicano? Entonces me prometí regresar después de terminar Waiting for August y hacer mi investigación. No importa si es documental o ficción, me gusta hacer periodismo de investigación porque quiero tratar de entender lo más posible y recopilar testimonios”.

La idea inicial de Mihai de enfocarse en niños y adolescentes mexicanos cambió cuando conoció personalmente a Miriam Rodríguez. Así lo recordó: “empecé a documentar su vida pero pronto me di cuenta que tenía que reconsiderar el proyecto porque el documental era problemático. Si bien el crew era pequeño, necesitábamos guardaespaldas, quienes luego pidieron asistencia de las fuerzas armadas, entonces básicamente viajábamos y funcionábamos en convoy. No podía capturar lo que estaba pasando y lo que había escuchado de testimonios. Fue frustrante creativamente, además estábamos tomando grandes riesgos. Entonces decidí usar toda esa valiosa información y desarrollar una historia ficticia, que definitivamente no fuera una película biográfica pero sí inspirada fuertemente en la realidad que había observado”.
Al buscar a la actriz para el rol protagónico de Cielo, Mihai escuchó recomendaciones de gente de la industria. Esto la llevó a pensar en Arcelia Ramírez, a quien ubicaba por una película mexicana que vio cuando era adolescente: Como agua para chocolate (1992), de Alfonso Arau.
“Ella en realidad tiene un pequeño papel en Como agua para chocolate, pero me dejó huella. Sabía que Cielo era un rol muy duro, no sólo por lo delicado del tema, que es una de las heridas más grandes de México, sino también porque Cielo literalmente carga con el peso del guión al estar en cada una de las escenas. Necesitaba a una actriz extremadamente talentosa y dispuesta a darlo todo. Cuando le envié el guión a Arcelia, no esperaba una pronta respuesta porque sé que es una mujer ocupada, pero respondió en menos de dos días. Su respuesta fue tan convincente y conmovedora que prácticamente sabía que tenía a mi Cielo”, afirmó Mihai.
La civil refleja varios aspectos del complejo problema conocido como “la guerra contra el narco”. Una vez que queda claro que los criminales no pretenden dejar en libertad a su hija, Cielo tiene que lidiar con autoridades inoperantes. Pronto, la protagonista empieza a indagar por cuenta propia e, incluso, vigila y sigue a diversos delincuentes. Se observa cómo prácticamente su comunidad entera está bajo el yugo de un crimen organizado impune. Mónica del Carmen, por ejemplo, aparece brevemente como una comerciante y madre de un adolescente desaparecido, quien además es obligada a pagar derecho de piso. Que ella se muestre reticente a hablar de estos temas con Cielo es, ciertamente, entendible.

“Esa fue mi experiencia en la vida real. La gente vive con negación, como si no pasara nada. Es un instinto de supervivencia, porque tienes que encontrar fuerza para despertar todos los días, ir a trabajar y ser funcional”, comentó Mihai y agregó que “cuando les preguntaba sobre esta guerra, muchas personas decían: ¿de qué guerra estás hablando? Es muy peligroso empezar a creer que la guerra es la normalidad y aceptar vivir con ella. La gente es inteligente, sólo es su mecanismo de supervivencia. El miedo te paraliza y perpetúa la situación”.
La civil pone en evidencia una realidad: del lado de los victimarios suele haber gente sumamente joven; de hecho, una de las razones por las que la directora Mihai decidió mostrar parte del horror de manera explícita –como esa primera secuencia en la funeraria local que ha sido convertida en morgue– se conecta con esto: “fueron preguntas cruciales, ¿cómo retrato la violencia? ¿Qué tanta violencia gráfica necesito mostrar? Si te das cuenta, la violencia es mostrada en momentos muy específicos, mucha violencia es omitida o la ves después de los hechos. Pero para mí era necesario mostrar que esto ocurre porque de lo contrario, quizá para una audiencia internacional, sería poco convincente que los jóvenes gángsters que aterrorizan a Cielo y su esposo, son de verdad muy peligrosos aunque no lo parezcan. Así puedes entender la psicología de nuestra protagonista Cielo”.
También queda claro que entre los victimarios, hay mujeres. En palabras de Mihai, “las mujeres en el filme son parte de ambas realidades, son víctimas pero no sólo eso. Nunca quise hacer de esto un tema de género o una declaración sobre géneros porque realmente va más allá”.
Otro personaje importante de La civil es el teniente Lamarque (Jorge A. Jiménez), líder de un grupo de militares recién llegados al poblado. Lamarque decide, eventualmente, asistir de manera extraoficial a Cielo, quien está en grave peligro por sus indagatorias. Estos militares no titubean a la hora de hacer brutales interrogaciones o de disparar para matar, pero llama la atención que Lamarque mantiene su palabra y nunca representa otra amenaza directa para la madre protagonista.

Sobre esto, Mihai dijo que en Rumania también tienen “una relación muy difícil con la autoridad, se desconfía bastante debido al régimen comunista y la cantidad de informantes que había, en ocasiones familiares y amigos se denunciaban unos a otros. Ese aspecto me fue muy familiar, realmente lo pude entender. Lamarque está inspirado, aunque no de manera literal, en un personaje de la vida real. En uno de los testimonios escuché sobre la gente que trabaja para las autoridades pero en su experiencia, atrapar a estos tipos y mandarlos a prisión resulta en que muchos de ellos regresan a las calles en un par de meses debido al sistema judicial disfuncional. Como Cielo, Lamarque ha decidido hacer justicia por mano propia. No quería hacer ninguna afirmación concretamente sobre los militares, sino sobre un individuo que es militar y que ha decidido que esto trae más justicia que lo que debería estar haciendo por ley”.
Pese a indicios de catarsis y justicia, en La civil la pesadilla no tiene fin. Cielo vive en carne propia el horror que perdura en un México convertido en una fosa común. “Escucho muchas críticas, dicen que el cine mexicano siempre es sobre la violencia, pero ¿qué esperan si es tan visible en el día a día?”, se preguntó Mihai y concluyó:
“No debería ser sorpresa que algunos cineastas y artistas aún encuentren muy relevante hablar de lo que ven todos los días. Es casi una obligación hacerlo, hasta que deje de ser relevante. El problema es inmenso pero las artes pueden despertar conciencia. Es muy importante exponer a los niños y jóvenes a las artes porque así aprenden a ver a los demás con empatía. Las artes humanizan”.

